lunes, 9 de agosto de 2010

Pensaba en qué es lo que se encuentra detrás de un cruce de miradas? Tengo la sensación que a veces, en un cruce de miradas, hay como un “¡piedra libre, te encontré!”… o más precisamente un “puedo verte” y ahí, en ese momento, es quizás cuando uno puede llegar a captar parte de la esencia del otro. Uno logra ver realmente a la otra persona… sentirla. Y así es que, como al descuido, la otra persona, a través de sus ojos, deja escapar o mejor dicho deja al descubierto parte de su verdadero ser, sin capas en el medio, sin corazas… las cuales no hacen falta. Justamente, yo creo, que cuando el verdadero ser se manifiesta no necesita escudos porque se sabe fuerte y se muestra como tal, sin miedos, con confianza.

María Cecilia Restuccia

sábado, 7 de agosto de 2010

Me pregunto qué es esa magia que a veces nos ocurre cuando nos enamoramos. Yo creo que es como un llamado al que no podemos dejar de atender. Es algo que va más allá de nuestro ordinario entendimiento pero que de alguna manera sí sabemos que es importante. Y no importa si ese llamado está dentro de la lógica que manejamos porque, insisto, de algún modo sabemos que es más importante que eso. Es como si ese llamado nos conectara con nuestro ser más profundo. Es algo extraño pero al mismo tiempo pareciera ser tan conocido. Es algo nuevo pero sin embargo sentimos que es desde siempre. Nos trae como un recuerdo muy lejano de un sentimiento indefinido pero profundo, como si ese sentimiento trajera consigo un eco de un amor aún más grande. Creo que cuando eso nos sucede es porque esa persona nos despierta una parte nuestra de la que no éramos conscientes, que teníamos oculta, dormida, y así, quedamos fascinados ante esa sensación. Pero esta sensación no creo que surja por descubrir a la otra persona sino y sin darnos cuenta por hacer un descubrimiento sí, pero de nosotros mismos. Sentimos que ya dejamos de ver con los ojos y otro sentido sale a la luz y nos entrega una tibieza que nos endulza el alma.
Pero tratemos de comprender que esa tibieza nos pertenece, es nuestra y puede acompañarnos en todo momento. Si hay alguien con quien compartirla ha de ser maravilloso pero si no lo hay no hay por qué renunciar a nuestra propia luz.
Yo creo que aparece la fascinación porque la otra persona nos despierta alguna parte de nuestro ser que no veíamos y así es como nos sentimos completos porque se acciona todo nuestro ser. Pero a veces nuestro ser también va apareciendo sin necesidad que otro lo accione y esa luz va emergiendo quizás de una forma más lenta pero sin duda constante dándonos fuerza y haciéndose sentir a través de esa tibieza que antes mencionaba.


María Cecilia Restuccia

martes, 3 de agosto de 2010

A veces siento como si quisiera estar dentro de mi misma, de mi corazón. Siento como que estoy fuera de él. Es una idea, una sensación que quisiera explicar. Siento que estoy fuera de ese calor al que quiero volver. Sí, volver... porque lo extraño, extraño ese calor, y si lo extraño es que ya estuve ahí dentro. Me siento fuera y tengo frío.

María Cecilia Restuccia

lunes, 25 de enero de 2010

Tengo ganas de escribir, pero necesito que me escuchen, necesito ese ida y vuelta. Quiero hablar de lo que siento, de lo que creo, necesito ponerlo en palabras, darle forma.
Yo creo que existen momentos que son mágicos, momentos en los cuales nos ponemos en contacto con nuestro verdadero ser, con nuestra alma, con una especie de fuente que tenemos dentro donde la verdad brota a borbotones, nuestra verdad, la que nos hace vibrar, la que nos hace ver con claridad nuestro camino. Y cuando eso sucede, todo se vuelve amoroso, cálido, luminoso y hay mucha paz. En esos momentos todo recobra un nuevo sentido. Hay una frase, no estoy muy segura de su autor pero creo que es Huxley que dice, palabras más palabras menos "Cae de rodillas, hunde tus manos en el fango y desde allí alcanza las estrellas". Y yo creo que el fango son nuestras miserias, nuestros miedos, tormentos y las estrellas es ese poder alcanzar ese estado de paz y comprensión que nos da el haber podido llegar a nuestro propio ser. Pero alcanzar esas estrellas, nuestras estrellas, nuestro ser más verdadero, es el resultado de un trabajo constante, de un minuto a minuto, creo que es un trabajo que nos exige estar atentos al afuera y a nuestro interior, ver qué nos causa ese afuera, qué aporto yo a ese afuera y cómo interactuamos.

María Cecilia Restuccia

sábado, 19 de septiembre de 2009

Cuánto tiempo ha pasado sin escribir. Y por qué no, escribir así a nadie en especial? Por qué no contar simplemente mi sentir, mi pensar? Me pregunto, hasta dónde podemos bucear en nosotros mismos? Creo que dentro nuestro hay un manantial de sabiduría esperando ser descubierto. Lo siento, lo presiento. Se qué está ahí, en un lugar y en un tiempo sereno de mi alma. Justo ahí donde mi alma se aquieta. Pero, cómo llegar a ese manantial? Mi alma anhela llegar a él, quiero saciar esa sed de mi alma. Quiero la seguridad y la serenidad que sólo mi espíritu puede llegar a darme. Siento que sólo ahí estaré a salvo aunque me encuentre en medio de una tormenta. Pues creo que no hay paz sino encontramos ese tesoro que está en nuestro interior. Quiero sentir la calidez, el fuego de mi corazón siempre encendido, quiero ese calor interior al igual que los leños encendidos que calientan y dan luz a una cabaña en medio del frío de una noche. Quiero poder ver, aprender a caminar con mi luz interior, ser humilde no olvidando el camino recorrido para luego poder guiar y enseñar a encender ese fuego interior, ese fuego que nos ilumina y nos señala el camino. Quiero sentir ese goce. No parece fácil pero creo intentarlo. No tiene sentido otro camino. Tarde o temprano vamos hacia él. Y pareciera ser que el camino más largo que tenemos por recorrer es aquél que nos lleva a nosotros mismos, a nuestra esencia. Quizás, seamos cada uno de nosotros como piedras preciosas que deben ser pulidas a través de las experiencias que nos tocan vivir para poder finalmente irradiar todo su esplendor. Necesito esa seguridad. Necesito creer. Quiero ver a través de los ojos del corazón siempre.

María Cecilia Restuccia

viernes, 1 de mayo de 2009

"Cuando la profesión coincide con la verdadera vocación conduce a la plenitud."

Ana M. Fernandez Vuono